domingo, 9 de septiembre de 2007

Construir el objeto para quebrar el objeto y encontrar al hombre

Sobre la obra "América" del artista Fernando Varela /
En mayo del 2006 hice un taller en el Centro Cultural de España con el artista de doble nacionalidad uruguayo-dominicano Fernando Varela, adorado. Nos mostró obra de varios artistas dominicanos, recuerdo de entre ellas la de Raquel Paiewonsky, muy especialmente. De las obras de Fernando hubo una que como un anzuelo me engancho y le pedí permiso para escribir sobre ella. Y así comencé el ejercicio de indagación, de confrontación con el objeto electo:

[Imaginen una tijera gigante, abierta, construida con fibra de vidrio y resina de 3,5 metros por 6,8 metros de largo. Tiene una peculiaridad… no existen hojas o extremos filosos; sólo asas, en los cuatro extremos asas. Y se llama América, eso es importante también]

Me gustó arrancar por un interaccionismo simbólico - Hebert Blumer, estaba a la mano lo estaba preparando para la facultad - como forma de ordenar la reflexión. Además el interaccionismo pone al hombre y su acción en el centro del esquema y me interesó para desarrollar.

Algunos preámbulos: defino los objetos como cualquier cosa perceptible, cualquier cosa a la que podamos referirnos, y son producto de nuestra interacción con ellos. Podríamos decir entonces que nos dedicamos constantemente en nuestras vidas, a construir a mantener a transformar los objetos que nos rodean, incluso aquellos que por abstractos y lejanos creemos no alcanzar. Lo que me interesa ensayar – sin olvidar su goce formal, monumental – por un lado es la dimensión social de la obra y su alcance y por otro lado la posición política de los hombres frente a la vida.

La representación axial e impotente de una tijera, evoca el corte, cortar, corto, me enlazo y establezco un cambio, me involucro. Sugiere también un espacio continente. Pero acá no está el filo, deberíamos abandonar el mundo de la vida para encontrarlo. Propongo un “salto” a la esfera de la política y propongo una sencilla definición en donde lo político es la manera de actuar de una persona o grupo para la consecución de determinados fines.

La obra de Fernando plantea un interrogante y de inmediato contesta. La obra América plantea la necesidad de corte, un corte que por su estructura es imposible. En la proyección que planteo y con la que juego, la obra despliega la impotencia de la esfera política.

Me gusta aclarar: el objeto de crítica, son los políticos y no el Estado, es el individuo y no las instituciones. La tijera es de uso individual, la tijera establece una relación, pone al hombre en el centro, toma sus dedos entre sus asas ovaladas, lo hace prisionero, lo compromete, lo arrastra a otro objeto. La construcción permanente de la sociedad por si misma provoca el olvido de esta construcción, de esta interacción entre sujeto y objeto fundamental. Nos olvidamos que son los individuos los que están detrás de los objetos, que son ellos los que los construyen, los confrontan, los derruyen, ya sea un objeto de arte o de arado, las reglas del ludo o del luto, la idea del amén, la idea de una América. Vemos los objetos abstraídos de la realidad humana que los generó. Nos convertimos en activos de un olvido y nos sentimos tranquilos, desligados, sin responsabilidad.

En la obra de Varela, la tijera representa el poder, el poder de un hombre son los medios que tiene en el presente para obtener un aparente bien futuro - Hobbes 1651 -. Algo que sirve para alcanzar lo que es objeto de nuestro deseo; deseamos en esta América un cambio, algo que nos libere de esas viejas estructuras que hasta el día de hoy continúan subyugando un potencial extraordinario, único. Deseamos un corte que nos libere.

La obra América es una tijera abierta, pronta para el corte en donde el proceso ya inició, pero se congeló. Pareciera que a los políticos no les interesara utilizar este medio para obtener un bien, para lograr un cambio, quizás sea eso lo que los llevo a asumir tal rol, pero una vez ahí, con el poder en sus manos, hay un cambio de intención una parálisis. El centro de interés ya no es el cambio, sino la pura intención de esgrimir el poder. La intención fáctica queda puesta en la toma de poder - las cuatro asas - y no en la utilización del poder para lo cual fue constituido - la ausencia de extremos filosos.

La obra de Varela plantea una problemática, y va más allá: define sus causas, pero además revela otro poder; frente al poder de los políticos presenta el poder del artista. Y siempre que haya poder existe una responsabilidad. Varela hace frente a un cuerpo corrompido y evoca a otro en el que deposita confianza: el arte contemporáneo, como productor, como objetivación del ser que clama discursos a través de lo simbólico y con dirección a la realidad. Una realidad necesitada de cambios en donde la reflexión se vuelve el insumo indispensable para echar a andar.

También a todo esto quiero agregarle una experiencia personal, muy linda y pertinente. Durante la estadía de Fernando en Montevideo, a propósito de la inauguración de su última obra “La palabra callada”, en el MNAV (Museo Nacional de Artes Visuales); él dio una conferencia sobre arte contemporáneo dominicano en el CCE y a la que le sucedieron dos tardes más de un taller sobre práctica curatorial, ahí lo conocí. A lo largo de estos tres encuentros Varela en referencia a diferentes experiencias que compartió generosamente, va construyendo un discurso firme, hilando fino y con dirección.

Apartada del espacio público, en mi cuarto y en ejercicio de análisis de la obra, comienzan a emerger referencias específicas, nunca ambiguas. En la decantación de alusiones y significados y en su articulación, comienzo a descifrarse un discurso. Es durante este proceso que voy encontrando que las piezas a partir de las cuales construyo el discurso implícito en la obra de Varela, son esas mismas piezas, exactamente las mismas compartidas por él, durante toda su ponencia en los días anteriores. En el discurso concreto y específico de la obra América, encontré el discurso total de Fernando Varela, ya no solo como artista, sino como hombre.

Hallar la paridad del discurso de un hombre y el de su obra - en donde la obra es prolongación, es objetivación del ser – hicieron de mi praxis una experiencia encantadora, pero no digo encantadora como me dice mi abuela aristocráticamente “nena, estás encantadora”, yo quiero decir encantadora de encantamiento, de conjuros, de magia… encontrar al hombre, detrás del objeto, a través del lenguaje y del discurso.

Llegar al hombre; y es así como se propone Fernando Varela a si mismo, como una aproximación al último destino: los hombres. Su obra América plantea una problemática y realiza una crítica, una crítica que nos pertenece; aquí lo que vale es el estado de existencia de una voz que pertenece a hombres comprometidos con la acción, que enfrentan a otros hombres
… coloca así, al hombre y su deber en el centro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hola!!!

Sebas dijo...

Bruno Latour, sociologo frances, habla de cuasi objetos, objetos que se convierten en actores sociales dentro de las redes sociales. También piensa a los sujetos como cuasi sujetos, sujetos atravesados por los objetos. Los objetos definen a los sujetos pero tambien viceversa. Ahí esta lo interesante.

Unknown dijo...

Lo vi todo claro!