viernes, 25 de marzo de 2011

Cecilia Mattos /respuestas visuales


Cecilia comienza en los 70 dibujando, línea que siempre ha estado presente en su exploración hasta el día de hoy, así también el collage, en el que comenzó a mostrar elementos y recortes de una referencialidad constante a ciertos universos. Paralelamente y en gran parte de su trayectoria sobrevive como artesana, diseñando y ejecutando objetos con los que logra además de un disfrute y una base de sustento, una clave que en su obra irá con los años multiplicando su importancia. Desde esa experiencia la artista, se vinculará con el objeto de una manera que logra trascender lo meramente artesanal, para luego convertirlo en algo más. Caminos que hoy por hoy y desde hace tiempo - el de la plástica y el de la artesanía - hibridaron en un arte personalísimo con el poder de entrar y salir del plano inicial e incorporarse a la naturaleza, a la naturaleza del objeto particular y a la naturaleza del sujeto sensible.
Los temas en más de treinta años de trabajo han sido siempre los mismos: la familia, la infancia, la mujer y la naturaleza. El trabajo de Cecilia está dado en gran parte por un compromiso inquebrantable consigo misma y con sus pares, un camino de búsquedas, un trayecto de diálogos. Su obra es el espejo de todo ello.
La herencia del objeto
Objeto de redención
“Con el tiempo empecé a usar objetos, especialmente del pasado que fui interviniendo: libros, misales, cajas, vestidos…” Cecilia Mattos.
En un período que va aproximadamente del 90 al 2000 Mattos trabaja especialmente con el objeto encontrado, pertenencias de su familia y recolecciones en la feria de Tristán Narvaja. Trabaja con el acervo de una época en un remanente diálogo de tono contestatario con sus epígrafes, creando territorios de sensibilidades confrontadas que sólo busca la conciliación personal.
Misales
Libritos de comunión en donde interviene, elige palabras y dibuja encima. Da cuenta de un dialogo cuestionador con todo lo recibido, con la educación, con las grandes verdades, con el prepotente y moralista dogma del deber ser. Cecilia Mattos es quizás, sujeto emergente de una generación aún imantada por el poder de las grandes instituciones de la modernidad. Su intervención en el objeto tiene la fuerza y por tanto el valor ya no sólo artístico - porque sus objetos desbordan su propia esfera de producción – de forzar los medios cognitivos y reflexivos de una época.
Vestidos
Recuerdo una obra de Cecilia en una exposición colectiva en el Museo Nacional de Artes Visuales en el ´99, obra que pertenecía al grupo de obras “Ordalías” del ´97. Cecilia expuso una obra que en su componente material era un vestido, creo que más exactamente una enagua enmarcada, por lo menos así lo vislumbro. Era una enagua de encajes delicados pero forzados, una enagua blanca pero sucia por partes y manchada de sangre, una enagua que se veía como tendida en la cama pronta y hermosa para usarse pero rebelaba ya la escena de un abuso.
Otras obras de “Ordalías” que llegue a ver – en su taller y en años anteriores – eran piezas similares, indumentaria, recuerdo que estaban embolsadas, dónde casi se podía escuchar el silencio de un tétrico grito asfixiado. En ese momento tuve la suerte de no entender casi nada del discurso, pero las impresiones dadas por la plástica: conjunción de emotividades conectadas que me susurraron rayando lo inaudible permanecieron, y hoy, terminan por hacer ecos agudos en los boquetes que deja la experiencia de vida, del ser mujer.
Estos objetos intervenidos tenían una fuertísima dimensión discursiva, de denuncia de una realidad escondida puertas adentro: la violencia de género. Obras como las de Mattos presentan al arte como herramienta de acción y reflexión, dinamizador del cambio. La violencia doméstica, esa “Cárcel de amor” (1), que ocupa al arte contemporáneo en todas sus expresiones, termina por encontrarse con grandiosos exponentes como Regina Galindo (Guatemala), Ronald Morán (San Salvador), Beth Moises (Brasil), Liliana Porter (Argentina) por nombrar algunos. Y dentro del contexto nacional, artistas que abordan la problemática son Cristina Casabó, Lacy Duarte, Teresa Puppo, Nelbia Romero y Cecilia Vignolo como otros.

La inevitable necesidad del cambio en las formas y la perdurabilidad de de los contenidos
Cecilia Mattos ha demostrado un interés, continuidad y compromiso con un tema ineludible pero que en sus aspectos formales plásticos, en su obra, se va renovando; en donde cambian y evolucionan las formas y el tono del discurso. La artista reflexiona:
“…mi pregunta es si no envejecen las formas de ilustrar los reclamos, cuando el reclamo es vigente y legítimo, las formas envejecidas del reclamar terminan por ir en detrimento del reclamo. Deben de cambiar las formas. Los 80 y los 90 quedan atrás en sus formas, se da vuelta la página, sin embargo temas como la violencia siguen vigente… creo que es un debe de las nuevas formas visuales, porque reclamar por algo no tiene que ser ni dolorido ni auto flagelante, sino que puede ser un lugar más vivo, para reclamar la misma cuestión que cada vez es más necesario”. C.M.
Mapeando a Mattos
Podría reconocerse en la trayectoria de esta artista dos bloques que terminan en su conjunto por enunciar en su discurso una evolución ya no sólo plástica sino personal. El primero tiene que ver con una devolución, con un diálogo intenso con lo heredado, trabajando especialmente a través de la intervención de ciertos objetos elegidos muy a propósito. Objetos vinculados a la idiosincrasia de la familia de ciertas generaciones y su historia, a la infancia, a la violencia y la mujer. En una muy activa resignificación del objeto-discurso, Mattos va transformando el objeto, devolviéndolo al medio en una asumida necesidad reflexiva: de crítica, de revisión y expulsión de ciertos preceptos.
Luego hay un quiebre, un segundo bloque. Una nueva narrativa se hace presente tras la síntesis lograda para mostrarse ya, quién es como mujer y seguir dando cuenta de su potencia como artista; pero ahora ya despejada, liberada y purgada tras el difícil ejercicio del arte y la introspección. A partir de ese momento esta artista, esta mujer, es capaz de experimentar su único y personalísimo mundo interior desde el color y su celebración, volver a su original dibujo para poder trazase desde la alegría, la libertad y el goce. Y lo remarcable creo, que todos debemos apreciar es que Mattos, si bien cambia la narrativa como he dicho, nos sigue contando las mismas cosas; los contenidos no varían, sí los abordajes y sus formas. Su compromiso no pestañea.
“Yo soy Yo desde la madurez y desde la libertad, me divierto, disfruto y digo cosas desde el goce del hacer, no me siento con ninguna carga anterior, es genial poder hacer lo que tenga ganas” C.M.

Creación y color, una nueva narración para decir lo mismo.
“ La naturaleza como respuestas visual, sin palabra escrita, obra expuesta a todas mis preguntas, una respuesta como imagen, a mí siempre me reconforta mucho, me da mucha seguridad la naturaleza, en el futuro, presente y pasado.” C.M.
Los paisajes que muestra en su actual exposición al igual que la serie que desarrolló el año pasado en unos grandes papeles apaisados, muestran un idílico escenario con una clave onírica importante. Si bien retrata desde una plástica evidentemente gozada, plasmando con intensidad y pasión una interpretación de la naturaleza en su faz bella, ocurre que si uno observa detenidamente encuentra ciertos rastros y pistas que la artista ha dejado, en donde lo evidente se revela como una fina capa que esconde infinitas posibilidades, y el peligro es una de ellas.
“En mis cuadros aparecen dos posibilidades, siempre está presente la posibilidad de la amenaza y la posibilidad del placer... es esa mi concepción del universo, todo está integrado en la naturaleza y aceptar vivir es aceptar ambas posibilidades, esas dos cosas conviven siempre.” C.M.
Esto es el mitema de su concepción del mundo y de la vida - porción irreductible de su obra como elemento constante.
Este grupo de obras está dedicado al tema del campo, la lana es un elemento que está presente en su obra desde los ´90. Todo comenzó con el relleno de una almohada de la estancia de su familia y con la que inicio un derrame de referencialidad completa a ese universo: la familia, la infancia; la oveja como animal que lo da todo: alimento, calor; su representación bíblica sobre el sacrificio y la culpa; la acepción sensual que confiesa sentir respecto a este material, todos elementos que desembocan en una sola figura: la mujer.
“Veo a la mujer como nutriéndose en la naturaleza, creo que es el poder de la mujer… su poder radica en la posibilidad de procrear, de dar la vida… podrán los hombres tener mucho poder pero no el de dar la vida… Planteo a la mujer como muy fuerte y muy vulnerable al mismo tiempo. La planteo como una mujer que está, aquí y ahora. Me importa especialmente el abandonar la imagen de mujer pura, perfecta, y decir No! Quiero evocar a una mujer que se equivoca que falla y eso no va en contra, sino que le da mucho más ángulos y belleza. No hay que caer en la trampa de lo que uno debe ser, es lo que uno puede ser. Lo importante es estar bien con uno mismo.” C.M.
La vulnerabilidad de la mujer en la inevitabilidad de ciertos paisajes confrontada a la potencia de la violencia y a la soledad, la incertidumbre, el abandono.
La naturaleza conciliadora y sanadora del dolor de vientres vacíos, el potencial de de vientres llenos y un campo que en sus riachuelos es espejo de ello.
La mano extendida de otras mujeres de ancestrales alianzas, salvadoras siempre de un presente que desborda y susurra la promesa del ser pleno y justo, ético y comprometido.
De continuar dando la vida sin bajarle la cabeza al miedo.
Comunión con la belleza, protegida ilusión de salvaguardar el deseo y lograr su realización.
Este artículo se escribe tras una entrevista mantenida con la artista el pasado mes. Muchas cosas se hablaron, muchas quedan solamente sugeridas. Su actual exposición da cuenta de un capítulo de una narrativa plástica de más de tres décadas. Lo escrito y trascripto aquí busca instar a que cada unos investigue y encuentre otros capítulos de una obra importante y comprometida con causas culturales, sociales y hasta políticas, y que no pierde nunca su calidad artística. Cecilia logra siempre demostrar su potencia estética.
Visiten su página web > http://www.kitbasico.com.uy/
Abreviadísimo currículum Cecilia Mattos
Nació en Uruguay en 1958. Estudió arte en California y Argentina. De las muestras realizadas destaca: “El sueño de Morgan”, Centro Cultural de España (Mvd, 2008); “El conejo en la luna”, IILA (Roma, 2008); Centro Cultural de México (Mvd, 2007); Galería Heike Strelow (Frankfurt, 2007); Historisches Museum, “Tatoo”, Soberbia y Pasión, Centro Municipal de Exposiciones (Mvd, 2006); Univ. de Beersheba (Israel, 2006); “Jugando con Fuego”, Museo Zorrilla (Mvd, 2006); KBK Arte Contemporáneo (México D.F, 2005); “La Urdimbre del Olvido”, Centro Municipal de Exposiciones (Mvd, 2003); “Cielo y Tierra”, Instituto Goethe (Mvd, 2001); “Mattos desde Figari”, Galería del Paseo (Mdeo, 2000), “Itinerarios”, Museo Universitario del Chopo (UNAM, México D.F, 1999); “Ordalías”, Museo y Archivo Histórico Municipal Cabildo de Mvd (Mvd, 1999); ”Conexión”, Museo del Barro ( Asunción, Paraguay, 1999), “Biografemas”, Museo de la Ciudad de Buenos Aires” (Argentina, 1997); “Biografemas”; Galería del Notariado (Mvd, 1996); “Historias de Fin de Siglo” Galería Aramayo (Mvd, 1993); “Papeles Plegados”, Museo de Arte Contemporáneo del Uruguay y Museo Paraguayo de Arte Contemporáneo (1986). Ha participado en las siguientes Bienales: II Bienal de MERCOSUR, Porto Alegre; V y I Bienal Iberoamericana del Instituto Domecq, México; XIV Bienal de San Pablo. Su obra se encuentra en numerosas colecciones públicas y privadas.
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Créditos fotografía: Obra: Enrique aval Oliu.
Bibliografía >
1. “Cárcel de amor – relatos culturales sobre la violencia de género” autor y editor institucional, Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía, España 2005.
- “Lab. 05, género” Catálogo Centro Cultural de España, autor y editor institucional, CCE, Uruguay 2005.
- Concepto mitema, Wikipedia.

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